miércoles, 29 de octubre de 2008

La Tecl@ Eñe: Debates/Reflexiones acerca del Arte Digital - Por Carlos Barbarito

http://lateclaene.blogspot.com/2008/10/debatesreflexiones-acerca-del-arte.html

del desprecio de las masas a la sabiduría de las multitudes

FACEBOOK; DEL DESPRECIO DE LAS MASAS A “LA SABIDURÍA DE LAS MULTITUDES” Por Adolfo Vásquez Rocca. La Tecla Eñe. 21 octubre 2008

Normalmente solemos favorecer la opinión de los expertos, pues consideramos que sólo una persona con experiencia y conocimientos es capaz de emitir juicios correctos en un área o materia en particular.Sin embargo, hay evidencias de que las decisiones tomadas colectivamente por un grupo de personas suelen ser más atinadas que las decisiones tomadas sobre la base del conocimiento de un experto.

1.-Facebook es un estado de “conciencia ambiental”, una enorme manera de matar el tiempo (o perderlo, por supuesto), una maquinaria de conexiones, que responde a la lógica del hiperlink y de los motores de búsqueda. Un poderoso engranaje de la industria global que trafica con bases de datos, estadísticas, rainting televisivos, y perfiles psicologógicos, en un exhaustivo proceso de estratificación, que apunta sus esfuerzos –como cualquier consultora– a que el mercado se active y los negocios prosperen.

Aunque el proyecto fue concebido por Mark Zuckerberg, la cara real detrás de Facebook es Peter Thiel, inversor de capital de riesgo y filósofo futurista. Es también un vigoroso activista del neoconservadurismo. Se graduó en Filosofía en Stanford y es coautor del libro El mito de la diversidad, un ataque minucioso al multiculturalismo y al liberalismo.

Para continuar leyendo: http://lateclaene.blogspot.com/2008/10/ensayofacebook-del-desprecio-de-las.html

domingo, 12 de octubre de 2008

La cultura de ver y hacerse ver

La cultura de ver y hacerse ver

Por Jorge Fernández Díaz Director de adn*CULTURA

Sábado 11 de octubre de 2008 Publicado en la Edición impresa

El filósofo argentino José Pablo Feinmann tuvo una gran ocurrencia cuando dividió la sociedad de los años noventa en ignotos y famosos. "Los famosos son los incluidos, los exitosos, los personajes de la sociedad del espectáculo. Los ignotos son los excluidos, los marginados y los delincuentes", decía. Su visión tenía que ver básicamente con las distorsiones del posmodernismo y con la locura exhibicionista y superficial de la era menemista. Sin embargo, la obsesión por acceder a los quince minutos de fama no se detuvo en aquella década, no fue privativa de un país en especial ni se circunscribió a un gobierno determinado. Luego el avance de la globalización y la revolución informática no hicieron más que profundizar esa tendencia. Después de fenómenos como Google y, sobre todo, como YouTube y Facebook, los ignotos intentan pasarse ahora en masa al bando de los famosos. Todo el mundo quiere ser conocido y celebrado. Y la tecnología ha trazado un puente para cumplir ese deseo, a veces inconsciente e inconfesable. Hoy la cultura de ver y hacerse ver es una epidemia. A tal punto que quizás en el futuro, pulverizado el mundo privado y generalizada la obsesión por la fama, sea todo un signo de distinción mantenerse como un simple ser anónimo. Esta auténtica cultura de época trae consigo de todo: la basura y los diamantes corren parejos en las aguas informatizadas de este río virtual y caudaloso. Es por eso que reducir la cuestión a un asunto sobre los conceptos de privacidad y exhibición no resulta conveniente. La Web puede ser una herramienta formidable, un divertimento fantástico o una adicción tóxica y letal. Millones de alumnos, profesores e intelectuales del mundo utilizan los grandes motores de búsqueda para estudiar, y resulta hoy inimaginable nuestra propia vida sin la posibilidad de acceder, a cada rato y por las motivaciones más diversas, a ese gran cerebro de la humanidad. Algo similar empieza a suceder con YouTube, el sitio de videos más explosivo y consultado del planeta, un lugar armado por amateurs donde hay de todo: desde bloopers caseros hasta conciertos excelsos, desde momentos únicos de la televisión mundial hasta escenas de la vida cotidiana, desde descerebrados que cuentan chistes escatológicos hasta mentes brillantes que transmiten lecciones, arte, ciencia, deportes o testimonio. Un espacio donde los famosos son capturados por los aficionados y donde los ignotos dejan de serlo. Los más jóvenes se están volviendo adictos a esa droga genial que les permite un vuelo rasante de ida y vuelta sobre el globo y donde ellos mismos son productores y reproductores, espectadores y protagonistas. Aunque poder verlo todo tal vez lleve también a la sensación paradójica de no poder ver nada. Se trata de un cambio tan abismal en la conciencia humana que pone en jaque muchas de nuestras creencias. La Web, y ahora específicamente YouTube, está creando una cultura nueva e inquietante. Por eso decidimos abordar el tema en nuestra revista. Para realizar una nota realmente esclarecedora, no buscamos a un teórico ni a un especialista sino a un periodista de gran nivel: Héctor M. Guyot, abogado, músico y fino lector, quien trabajó durante cinco semanas en el informe que publicamos este sábado. Allí logra hacernos entender cuáles son los primeros efectos y consecuencias de YouTube, esa televisión fuera de control, como alguien la denominó. También, cómo la Web mecaniza la inteligencia y produce nuevas actitudes mentales, lo que se gana y lo que se pierde en la vida on-line , la tensión que surge entre superficie y profundidad, velocidad y reflexión, comunicación y expresión, placer y esfuerzo. Todos esos aspectos culturales y sociológicos son abordados por Guyot en esta producción sobre la vidriera global del yo. Preparen el mouse , apoyen el cursor, hagan clic y entren.
jdiaz@lanacion.com.ar